Un porcentaje importante de los motivos de consulta de padres que piden ayuda a los psicólogos es que sus hijos tienen un mal comportamiento o que no van bien en los estudios. Es cierto que, en algunas ocasiones, los menores cumplen con estos dos requisitos. Estas preocupaciones de los padres son más evidentes todavía cuando analizamos con lupa lo que ocurre en navidades. Los adultos deseamos a los niños que “les regalen muchas cosas los Reyes Magos” y no incidimos ni fomentamos la importancia de pasar tiempo con sus familiares y amigos. En otra época del año, nos extrañamos y enfadamos porque nuestros hijos nos piden que les compremos cosas. Lo que nuestros hijos realmente necesitan es que conectemos, hablemos y juguemos con ellos. La conexión es la verdadera necesidad del ser humano. En ocasiones, como desgraciadamente no tenemos todo el tiempo que nos gustaría para estar con nuestros hijos, ponemos en marcha el mecanismo inconsciente de inundarlos de regalos para suplir esas carencias emocionales y de tiempo. Desde luego que la vida del adulto que conocemos hoy en día no está preparada para atender, como necesitan y merecen, a nuestros hijos. En nuestros trabajos no se tiene en cuenta que tenemos una familia y que nuestros hijos, independientemente de la edad que tengan, necesitan de nuestra presencia, tiempo y cariño.
Hace unos días, tuvimos la gran suerte de recibir en la urbanización donde vivimos, la visita de Papá Noel. ¡Los niños estaban como locos ante semejante honor! Papá Noel atendió uno a uno a todos los niños. Les preguntaba por sus notas, su comportamiento y si eran buenos. Y yo me pregunto, ¿qué niño es malo? Si acaso, a veces se comportará mal y pondrá a sus padres entre la espada y la pared, pero los niños no son malos. Me llama poderosamente la atención que una de las primeras preguntas que hacemos a una pareja que acaba de tener un niño es: “¿qué tal se porta?”. No sabía yo que los neonatos se podían portar mal. Otra cosa bien diferente es preguntar: “¿te da mucho trabajo el bebé?” o “¿te dificulta mucho la vida?”. Yo creo que nos referimos a esto último, pero queda mejor hacer la primera pregunta. Bueno, volvamos a la visita de Papá Noel. Al finalizar la conversación con cada niño, Papá Noel entregaba un certificado de buen comportamiento firmado por él. Y es que el pobre Papá Noel no es más que un reflejo de la sociedad que tenemos montada: orientada al resultado, conductista, hiperactiva y creada por el adulto para el adulto.
Por este motivo, la pregunta estrella de las navidades es: ¿te has portado bien este año? En función del comportamiento del niño, caerán más o menos regalos. Mecanismo puro de adiestramiento. Nos centramos tanto en su comportamiento y en su rendimiento académico que nos olvidamos de ellos. No vemos a la persona, vemos solo su conducta. Para cerciorarnos de que se portan bien en todo momento hacemos relucir otra de las frases estrella de las navidades: “Ten en cuenta hijo que Papá Noel y los Reyes Magos lo saben y lo ven todo”. ¡Qué frase para la historia! Normal que algunos niños tengan miedo de ellos. Tener a alguien que tú no ves, pero que él si te ve en todo momento y, encima, que está evaluando tu comportamiento es como para que te dé miedo. El adulto no entiende, o no quiere entender, que lo que conocemos como “mal comportamiento” no son más que manifestaciones de sus necesidades o de su desarrollo normal. No son caprichos ni “llamaditas de atención” sino la única manera que tienen de expresar lo que necesitan. Lo que pasa es que los llantos, pataletas y actitudes retadoras no es algo que guste ni comprenda el adulto.
Si analizamos el tipo de regalos que rodean los árboles de navidad en la noche de Reyes, es probable que una parte importante de ellos sean dispositivos tecnológicos como videojuegos, tabletas, videoconsolas y quizás, algún que otro móvil. Desde luego que tanto videoconsolas como ordenadores y móviles nos aportan a los seres humanos muchos aspectos beneficiosos que nos simplifican y entretienen la vida, pero en ocasiones los dispositivos tecnológicos llegan a hacerse con el control del menor (y del adulto). Bajo mi punto de vista, los adultos nos hemos agarrado a la idea de que los niños de hoy en día son nativos digitales. No estoy de acuerdo. No creo que los bebés que nacen ahora tengan unas capacidades diferentes a las de nuestra generación o a las de nuestros abuelos. La capacidad de aprendizaje es la misma. Lo que cambia es la estimulación tecnológica que hay ahora que no había antes. Nosotros también hubiéramos aprendido igual de bien con la estimulación de ahora. Por lo tanto, más que nativos digitales creo que los neonatos vienen a este mundo como analfabetos digitales, pero al nacer en la era de la tecnología y mostrarse muy motivados por dichos dispositivos, los aprenden rápido y fácil gracias a la plasticidad cerebral. Al analfabeto digital hay que enseñarle y acompañarle en el buen uso de estos dispositivos.
Los niños son libres y están en su derecho de pedirles a los Reyes Magos de Oriente todo aquello que deseen y vean en los catálogos de juguetes, pero los padres tenemos la obligación de pensar, reflexionar y decidir qué regalos colocar debajo del árbol, pues en cada decisión que tomamos está en juego la educación y los valores de nuestros hijos y crear una sociedad mejor. Feliz noche de Reyes.