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¿Puede una guía decirme cómo debo dormir a mi hijo?

El pasado miércoles, día 20 de noviembre, celebrábamos el Día Universal del Niño. Hace exactamente 60 años que la Organización de Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño. Afortunadamente somos muchas las personas que, desde diferentes roles (pediatras, psicólogos, psiquiatras, madres, padres, educadores, etc), venimos en las últimas décadas haciendo un esfuerzo por sensibilizar sobre la importancia de garantizar los derechos de los niños y los buenos tratos. Coincidiendo con dicho día, el Hospital Niño Jesús junto con el apoyo de la Comunidad de Madrid, presentaba una guía dirigida a madres y padres en donde se abordaban diferentes situaciones y problemáticas como las rabietas, el TDAH, trastornos del sueño, anorexia nerviosa y el bullying, entre otros.

A principios de esta semana se presentaba la guía Trastornos del comportamiento de niños y adolescentes. Guía práctica para padres. La idea es estupenda y todo lo que sea informar y formar a padres que estén pasando por una situación delicada con sus hijos es bienvenida. Ahora bien, si leemos detenidamente la guía nos encontramos con algunas orientaciones por parte de los dos pediatras y la psiquiatra que la redactaron que llaman poderosamente la atención dado el año en el que vivimos, la investigación científica y todo el trabajo que hemos hecho hasta la fecha.

Podríamos centrarnos en varias de las 21 situaciones que se enumeran en la guía pero me gustaría centrarme en los trastornos del sueño. La primera pauta que aparece es no acunes ni mezas a tu bebé para ir a dormir. ¿Por qué no? Si un amigo tuyo se encuentra triste y abatido porque acaba de recibir la noticia de una muerte de un familiar, ¿acaso no le abrazarías y le acompañarías en su dolor? Si, ¿verdad? ¿Por qué no lo podemos hacer con nuestros hijos? ¿Por qué sí lo hacemos con los adultos pero no con los niños? ¿No son los niños también seres humanos?

Los bebés, niños y adolescentes tienen una serie de necesidades que deben cubrir sus cuidadores principales, que generalmente son sus padres. Una de nuestras funciones como madres y padres consiste en cubrir las necesidades que presentan nuestros hijos. Acunar y mecer a un bebé para dormir es una alternativa respetable y legítima. ¿Por qué no debemos hacerlo? ¿Quizás porque la sociedad opina que se acostumbrarán? Un bebé no se acostumbra, solo necesita que alguien le cubra sus necesidades. El cerebro de supervivencia que tiene el neonato le hace demandar, mediante el llanto, las necesidades que pueda tener. Solamente comunica la necesidad que tiene aquí y ahora. No es un capricho ni un deseo, ni siquiera una cosa que le guste, es más que eso: es una necesidad para poder sobrevivir y para desarrollar una psique equilibrada. Y el abrazo, el tacto y el movimiento son necesidades básicas que tiene el ser humano. Siempre he pensado y afirmado que acunar a los bebés y niños es una opción, en primer lugar, respetable, y en segundo lugar que deben tomar libremente los padres del menor.

¿Quién soy yo para decirles a unos padres que quieren dormir así a sus hijos que no lo hagan? Los estudios que llevó a cabo René Spitz hace más de medio siglo en orfanatos llegaron a la conclusión de que los bebés y niños necesitan ser tocados, abrazados y mirados. Su ausencia puede ser indicativo de problemas futuros. El fenómeno que describió Spitz que denominó hospitalismo puso de manifiesto que no bastaba con cubrir las necesidades físicas que mostraban los niños (alimentación, hidratación, techo, etc) sino que el cariño y la vinculación eran imprescindibles también.

Continua la guía diciendo que no le duermas en brazos. ¿Acaso genera dependencia? Suelo escuchar frases del tipo “no le des todo lo que necesite a tu hijo porque lo vas a hacer dependiente”. No estoy nada de acuerdo. Es más, suelo dar la vuelta a esa frase: como tu hijo es dependiente, dale todo lo que necesita. El cubrir las necesidades que tienen nuestros hijos, independientemente de su edad, no implica dependencia ni hacer una mala labor como madres y padres; todo lo contrario. Implica tener en cuenta sus derechos, sus necesidades y dar un paso hacia delante para desarrollar un apego seguro en nuestros hijos. El ser humano nace muy inmaduro. Es el animal que más inmaduro nace con mucha diferencia. Esta inmadurez con la que venimos a este mundo nos convierte en seres dependientes, de ahí que sea imprescindible para la supervivencia, al menos, una figura de apego para que le dé el cariño, el amor y la protección necesaria. Si queremos que nuestros hijos sean personas en un futuro seguras, debemos, previamente, protegerles. Solo llegamos a la seguridad mediante la protección. Vuelvo a repetir, la protección necesaria, no sobreprotección. La dependencia que caracteriza a un bebé es un estado que se resuelve solo con los buenos tratoses decir, aportándole todo aquello que necesita.

La tercera pauta que establecen los autores para los trastornos del sueño es no interpretes el despertar de tu bebé como hambre, sed o miedo. Entonces, ¿cómo lo interpreto? ¿Se está riendo de mí? ¿Estaba aburrido en su cuna o cama y pensó “vamos a divertirnos con papá”? Una vez más, nuestros hijos tienen y manifiestan necesidades, como las tenemos tú y yo, y nuestra labor consiste en cubrirlas y atenderlas, en la medida de lo posible. Si nuestro hijo tiene hambre, sed o siente miedo porque cree que va a venir el lobo o unos fantasmas, ¿le digo que se olvide de eso que son tonterías? El miedo hay que atenderlo y calmarlo siempre. No es ninguna tontería de nuestros hijos, es algo muy serio que implica mucho sufrimiento para ellos. Insisto, las necesidades que tienen nuestros hijos y su fase de dependencia solo se transformarán en autonomía unos cuantos años más tarde si somos capaces de ofrecerles buenos tratos: cariño, empatía, comprensión, límites, regulación emocional, protección, fomento de la autonomía, etc.

Continuando con las pautas, los autores dicen que si al llevarle a su cama llora desesperadamente cada noche, déjale en su cuna o cama y sal del cuarto. No entres en la habitación, es teatro, espera al menos cinco minutos. Si al entrar se calla, no le cojas ni le hables, sal diciendo “ahora a dormir”. ¿Teatro? ¿De verdad? ¿No será que necesita algo de nosotros y la única manera que tienen de comunicarlo es de esta manera? El síntoma o la mala conducta de un niño siempre es una señal o comunicación de algo. Es la punta del iceberg. Atendamos esa necesidad que está encubierta y que aparece en forma de síntoma. Y ya para acabar, una de las últimas orientaciones que nos dan los autores de la guía es la siguiente: si se despierta cada noche y te reclama para que le duermas, déjale llorar 30 minutos. Después entra para comprobar que está bien, algunos vomitan del enfado. No le hables, no le cojas, sal de la habitación y dices “ahora a dormir”. Así durante tres periodos de media hora. Antes del tercer día tu hijo no te reclamará, habrá aprendido a dormir sin tu ayuda. Está claro que esta idea se basa en el famoso método Estivill, y que a su vez se basa en el método Ferber, que tantas familias han llevado a cabo no solamente en España sino a nivel mundial. No me canso de decir que dichos métodos de adiestramiento se centran en cubrir el deseo de los padres y no en atender las necesidades de los menores.

Cuando experimentamos miedo, nuestro cerebro segrega adrenalina y cortisol, y la única manera que tenemos de calmarles y regular dicha emoción es acompañándoles en esa situación, estando presentes físicamente. Ante el miedo, el bebé y el niño pequeño aún no están preparados para solventar por sí mismos dicha situación y alcanzar la tranquilidad. Necesitan a sus padres para alcanzar el equilibrio. No es nada recomendable dejar que el niño se duerma por agotamiento después de estar 30 minutos llorando. Claro que al tercer día el niño no te reclamará y “no te molestará”, pero ¿qué mensaje le estamos transmitiendo a nuestro hijo? Pasados los años tendremos que hacer frente a la factura de esta manera de hacer las cosas. Hoy en día ya estamos viendo las consecuencias del método Estivill en España. Es más, el Dr. José Martín Amenábar, profesor de la Facultad de Psicología de Guipúzcoa (País Vasco), está llevando a cabo junto con su equipo el estudio “Buscando a los hijos del método Estivill” y que para el próximo año 2020 tendremos la oportunidad de conocer sus resultados.

En conclusión, mi único deseo es expresar mi oposición a que madres y padres pongan en marcha las pautas y orientaciones que en la citada guía se detallan para reconducir los problemas de sueño de nuestros hijos. Todos los menores quieren ver a sus padres contentos y orgullosos de sus logros y comportamientos. Si aparece una serie de conductas problema, tendremos que abordarlas y hacernos cargo de lo que necesiten. Siempre he dicho que lo primero que deberíamos hacer para empezar a solucionar las dificultades de nuestros menores es atender y cubrir sus necesidades. Defendamos los derechos de nuestros niños, atendamos sus necesidades, protejamos a la infancia y apliquemos los buenos tratos.